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El pánico se apoderó de él, y Lex intentó retirar su mano, pero estaba completamente inmovilizado. No tuvo más opción que mirar cómo la piel de su mano se tornaba lentamente gris, el color ascendiendo por su brazo. Al mismo tiempo, el agua de la fuente se absorbía rápidamente, y para cuando su codo se convirtió en piedra, la fuente estaba vacía.
Además del pánico, Lex sintió una inmensa confusión porque lo que estaba experimentando y lo que su cuerpo le decía eran diferentes. Una satisfacción pura y completa lo llenaba hasta lo más profundo de su ser.
Antes de que pudiera reflexionar más sobre el tema, sus dedos se cuartearon y luego, como si la piedra hubiera sido tan solo una capa exterior, empezó a caer, revelando su mano, completamente ilesa.
Un momento después, era como si nada hubiera sucedido. Lex no sintió ningún calor místico recorriendo su mano, ni notó ningún cambio en su cultivación o en cualquier otra cosa. —¿Qué acaba de pasar?