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No era solo Lex quien estaba asombrado por la bestia gigantesca, no, por el dragón que había aparecido en una vasta y abierta área de la Posada. Los huéspedes de mucho tiempo, y especialmente todos los trabajadores, se habían acostumbrado a las expansiones no anunciadas por las que ocasionalmente pasaba la Posada. Todos salían afuera y admiraban los edificios que aparecían de la nada y cómo la Posada se hacía espontáneamente más grande. Era un buen recordatorio del poder que ostentaba el misterioso Posadero.