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—Despacio y con cuidado —, el desnudo Barry registraba la caverna. Todos los signos apuntaban a que los dos Druks habían estado allí solo hasta hace poco, pero se acababan de ir. Quizás finalmente habían sido atraídos por Ptolomeo y el resto.
Lo que él no sabía era que Goli había convocado a todas las bestias más fuertes que vivían en su territorio para la guerra venidera. Habían conseguido evitar a los Druks por solo unos minutos.
Sea como fuere, parecían estar a salvo por ahora, aunque por poco. Barry no tenía ninguno de sus tesoros consigo, los había perdido, excepto por uno de los guantes que llevaba antes y que se había fundido directamente en su mano.
Tampoco tenían medicina. Todo lo que Barry podía hacer era sumergirse en el agua espiritual para ayudar a acelerar su curación y, cuando se sintiera lo suficientemente fuerte, comenzaría a buscar una salida.