—Acabo de recibir la noticia, el avión ha despegado y está en camino a Londres —dijo uno de los asistentes de Will—. Seguimos todas las instrucciones que diste, no hubo ningún problema. Los agentes Bluebird aquí, y los agentes de la Guardia Real en el Reino Unido harán la vista gorda a cualquier persona que suba o baje.
—Bien, eso será todo —dijo Will, mientras finalmente se permitía recostarse en su silla. No había pasado ni una hora desde que Leo vino a pedirle el favor, pero lo había manejado bien. Lo más importante era que nadie aparte de él sabía nada sobre los detalles de su conversación, y también había mantenido un control estricto sobre la información del pasajero. Incluso él mismo no sabía nada sobre el 'amigo' de Leo que viajaba en su avión privado.