El público estaba al rojo vivo. Los gritos y cánticos eran lo de menos. Ya fueran demonios, Terrícolas del Imperio, todos estaban analizando cada momento, registrando todos los datos que podían por sus propios motivos. La tecnología de la Tierra era inferior, como se esperaba, pero su aplicación era interesante. No obstante, lo más interesante era la manera en que luchaban los soldados.
Cargando detrás de Alejandro, cortaban las filas de zombis como si fuera hierba. Una vez rodeados, se dividían en parejas, cada una empuñando una espada y un escudo. Cada pareja atacaba y defendía cuando era necesario, compensando las debilidades de su compañero. Iba más allá de una simple sociedad —eso no era algo inédito en el universo.