Lex quería vender mercancía, pero consideraba que las pancartas llamativas y repartir volantes era demasiado cutre. Tampoco quería ser como una empresa tecnológica de bajo presupuesto y vender camisetas. No, cualquier cosa que vendiera tenía que tener clase, ante todo. También tenía que ser exclusiva.
Abría su panel y rápidamente diseñaba el artículo que tenía en mente. A diferencia de la moneda conmemorativa de los Juegos de Medianoche, que estaba hecha de un material especial, el siguiente artículo no era especial en su material. En cambio, Lex se concentraba en su apariencia y tacto, así como, curiosamente, su olor.