—¡Ese es el último! —anunció Nial, con el pecho subiendo y bajando pesadamente. Su aliento era áspero y el sudor frío le corrió por la espalda.
Su ropa ya estaba empapada y se pegaba a su cuerpo, delineando la perfecta condición de su físico. Nial estaba marcado, a tal punto que hacía que muchos se preguntaran si el Mana había moldeado su cuerpo o si Nial secretamente practicaba algún tipo de hechicería para crear un cuerpo tan perfectamente formado y estructurado.
Por supuesto, a Nial no podía importarle menos eso. Había practicado las 10,000 Perfecciones de Imperfectia para reparar su cuerpo y darle la oportunidad de ganar más fuerza, no para lucir mejor. De cualquier manera, Nial no podía ver su apariencia, así que ¿por qué iba a molestarse en prestarle demasiada atención?