Nial percibía su entorno con claridad. Por eso podía darse cuenta de que estaban en un coliseo casi tan grande como un pueblo. Era ridículamente enorme, pero lo era también la arena en la que ya se encontraban.
Al usar su rango de percepción y Sentido de Mana para sentir toda la Ciudad de las Pruebas, Nial comprendió que no podía percibir todo. Sin embargo, lo que percibió fue más que suficiente para impresionarse profundamente.
«Los Fragmentos del Alma de esos Dioses no son para tomar a la ligera. Son bastante fuertes, aunque eso es obvio», pensó Nial antes de escuchar la presentación del Inmortal.
—Mi nombre es Dilan Cier, pero puedes llamarme Inmortal. Haz lo que quieras. Encantado de conocerte, Nial Orin, la Oscuridad Eterna! —El Inmortal, Dilan Cier, lo saludó con una voz algo emocionada pero también con un matiz de frustración.
De todos modos, Nial estaba bastante seguro de que la frustración no estaba relacionada con él.