—¡Pedazo de mierda! ¡Maldito campesino! ¡Trozo podrido de basura humana! ¡Muere! —Jilas gritó con ira al ver que su cuerpo perfectamente justo y perfecto había sido tocado por un ser impuro y podrido como el humano que tenía delante.
Incluso la camisa de seda que había sido recompensado por la Princesa Real estaba ahora manchada.
Jilas estaba furioso mientras una luz dorada emergía dentro de su iris. Nial no podía ver pero claramente percibía que algo malo iba a suceder.
Todos sus sentidos le decían que algo estaba mal en el momento en que el cabello del Elfo se movía entre los remolinos de aire que el cuerpo de Jilas desprendía.
Nial intentó retroceder y entender qué estaba ocurriendo pero se dio cuenta de que no podía moverse.
—¿Qué? —Nial estaba atónito al darse cuenta de que enredaderas salían del suelo. Se enroscaron alrededor de sus piernas y apretaron su agarre sobre él momentos después.