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Escucharon sonidos de traqueteo que no provenían de las hojas húmedas sobre las que pisaban, y al inspeccionar más de cerca detrás del follaje, encontraron ojos rojos brillantes que no venían de las luciérnagas.
Además, las muchas partidas que habían entrado con ellos al bosque no se veían por ningún lado a pesar de que estaban a solo metros de distancia cuando entraron.
Era como si el bosque estuviera vivo y cambiara con cada grupo.
Afortunadamente, Roxy no se separó del grupo de Miguel.
Los sonidos de traqueteo se hacían más fuertes, como el sonido de las cigarras en verano, mientras las esferas rojas brillantes se acercaban cada vez más a su ubicación hasta que el sonido se detuvo y el silencio que pronto siguió era ensordecedor.
Evie preparó su bastón, y Miguel se puso delante de ella y adoptó una postura de combate.
