—¡C-cierto! —balbuceó Nori, con las manos temblorosas mientras intentaba desatar la cuerda mágica.
Después de un momento, las lágrimas se acumularon en sus ojos, y admitió:
—Yo... No parezco poder desatarla.
—¿Cómo que no puedes? —preguntó Evie con urgencia, aunque su rostro era el epítome de la calma.
Lorelai fue más directa:
—¡Hoi! Brat, juro que te pellizcaré esas mejillas cuando salga de aquí, ¡así que no me fastidies ahora mismo!
—¡Waagh! Esta es una cuerda mágica fabricada por el Anciano. Ninguna magia o arma podría desatarla; ¡solo el Anciano tiene ese poder!
—¡¿QUÉ?! —Ren y los demás exclamaron al mismo tiempo, con expresiones que mezclaban sorpresa y frustración.
Nori secó sus lágrimas y declaró:
—No se preocupen, ¡traeré al Anciano de vuelta aquí!
—¡Hoi, Nori! —llamó Ren, pero ella ya había corrido escaleras arriba, dejándolos contemplar su predicamento.
Elena se volvió hacia Ren con una expresión preocupada:
—¿Qué vamos a hacer ahora?