Ren y Evie entraron sin molestarse en tocar porque la puerta estaba entreabierta.
Dentro, la capilla del Gran Benefactor era un espectáculo impresionante. La luz del sol se filtraba a través de vidrieras, proyectando patrones coloridos de luz a través del suelo de mármol. Hileras de bancos de madera pulida llenaban el espacio, y una sensación de tranquilidad envolvía la habitación.
La gente se movía de un lado a otro, algunos en profundas conversaciones, mientras otros iban a recibir misiones de la figura estimada, Salister Kane.
En el centro del altar estaba el hombre en persona.
Salister Kane tenía un aspecto cálido y acogedor que inmediatamente tranquilizaba a la gente. Su rostro mostraba una sonrisa amable que se arrugaba en las esquinas de sus ojos color avellana, revelando solo bondad.