Mientras el decreto de la Reina Blanca resonaba a través de la extensión del Tablero de Ajedrez, la mente de Ren se apresuraba con su propia estrategia.
El tiempo se convertía en una preciosa mercancía, cada momento que pasaba cargaba el peso de una derrota inminente. La presión aumentaba y gotas de sudor se formaban en su frente mientras contemplaba su próximo movimiento.
Sus ojos se movían rápidamente por la compleja disposición del ejército alabastro y las fuerzas opositoras de los leales súbditos de la Reina Blanca. Cada pieza representaba un movimiento potencial, un riesgo calculado que podía inclinar la balanza a su favor o sellar su caída.
La mirada de Ren se encontró con la intensa mirada de la Reina Blanca, cuyos ojos brillaban con una mezcla de confianza y desafío. El tiempo se esfumaba, los segundos se le escapaban de entre los dedos como arena. Cada decisión que tomaba necesitaba ser rápida pero cuidadosamente considerada.