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Isolde se distrajo viendo a Ren y Evie, que estaban en el agua, olvidándose de Leonel. Le tomó un rato darse cuenta de que el pobre hombre estaba paralizado, incapaz de moverse ni un centímetro debido a la arena húmeda que pesaba sobre su cuerpo.
—Creo que Ren lo está haciendo bien. Es bueno que Evie esté con él —dijo ella.
—Sí. Estoy agradecido de que Evie esté allí para Ren —respondió Leonel.
—Todavía le está enseñando a nadar.
Leonel miró hacia el horizonte y bostezó. Ese sol estaba abrasador, pero ¿por qué se sentía cómodo? —¿De verdad?
—Ah. —Isolde se tapó la boca cuando se dio cuenta de que a Evie se le había perdido el sujetador.
¿Estaba teniendo un problema con su vestuario justo en ese momento?
Al escuchar el pánico en la voz de Isolde, Leonel preguntó:
—¿Qué pasa?
Su primera reacción fue levantarse pero una vez más se dio cuenta de que no podía. Así que estiró los ojos hacia donde estaba Ren.