—Las ventanas francesas de suelo a techo se rompieron en pedazos e irrumpieron vampiros que se habían transformado en seres tan aterradores que incluso los más fuertes entre ellos temblaban de miedo.
Todo pensamiento de venganza contra Leonel e Isolde fue arrojado por la ventana. Los jugadores gritaron y se dispersaron.
La cantidad de vampiros y monstruos era demasiado grande como para siquiera pensar en enfrentarlos.
—¡CORRAN!
—¡Apártense!
Los jugadores corrieron en todas las direcciones para salir del área. Su miedo los dominó primero, empujando a cualquier jugador que bloqueara su camino.
Frente a una multitud de monstruos, superados en número de uno a diez, el instinto inicial de una persona normal era correr y salvarse.
—¡Vámonos de aquí, Leo! —Isolde accionó el gatillo de su pistola retumbante, matando a unos cuantos vampiros que bloqueaban su camino mientras corría lejos del grupo de vampiros que los perseguían.