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Los dos caminaron en silencio hasta que llegaron a un pequeño claro donde se veía un lago resplandeciente. El cielo se oscurecía, proyectando sombras sobre la zona.
Pii fue directo al lago y se detuvo a metros de los dos seres que estaban cerca de las aguas.
Cuando Ren y Evie los alcanzaron, ambos se sorprendieron al ver el rostro de los dos —era Sebastián y... una persona desconocida. Era apuesto y tenía el pelo negro largo, mandíbula angular, ojos oscuros de fénix y cejas oscuras y espesas inclinadas.
Por la forma en que se comportaba, con la espalda recta y las manos detrás de su túnica negra, parecía un noble.
Para ser precisos, ¿un Emperador de algún tipo?
—¡Sebastián! —Evie estaba contenta de ver al centauro nuevamente y estaba a punto de acercarse a él cuando Ren la detuvo extendiendo su mano para bloquearle el camino.
—Espera. Algo no está bien —la advirtió.
Con la advertencia de Ren, Evie miró a Sebastián y descubrió que el centauro estaba actuando... extraño.