—¡Ren! Qué malo eres —Alice arremetió contra Ren y le señaló con el dedo—. ¿Por qué no me ayudaste? ¡Podría haber muerto!
Para entonces, la cabeza de Alice ya estaba unida a su cuello. Estaba haciendo pucheros y mirando con el ceño fruncido, pero no podía parecer más muerta con la falta de color en su rostro.
—¿Quién es ella? —preguntó Isolde.
Al escuchar eso, Alice miró a Isolde y hizo una reverencia. Esta vez, se aseguró de mantener su cabeza en su lugar correcto. —Mi nombre es Alice. Encantada de conocerte... ¿?
—Isolde.
—Isolde, un placer. Soy la nueva criada de Ren. Y lo ayudaré a cambio de haberme liberado.
Isolde miró a Ren con ojos inquisitivos.
—La salvé en una de las habitaciones aquí —empezó a explicar Ren y así terminó—. Es una criada fantasma y puede mantener nuestro Cuartel General limpio y ordenado.
—¿Ah? Eso son buenas noticias. Estoy seguro de que a Huberto le alegrará.