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—¡Mierda!—exclamó Roxy.
Roxy estaba contemplando la idea de pasar entre los huecos de los monstruos mientras todavía había al menos un metro de apertura entre las criaturas. Pero temía que su pegajoso agarre los atrapara desprevenidos.
Pero dudar tampoco era una buena opción. Era solo cuestión de tiempo antes de que los monstruos los alcanzaran. Su única esperanza era el Cubo Gelatinoso que tenían en frente, que aún estaba a al menos cinco metros de distancia. La apertura que creaba entre los otros era lo suficientemente amplia y quizás podrían pasar a través de ella sin ser arrastrados a su cuerpo gelatinoso.
A pesar de saber qué hacer, Roxy y los demás se congelaron en su lugar. Su cerebro aún funcionaba, pero su cuerpo se negaba a obedecer, pues temían el resultado.