Al escuchar sus palabras, los ojos de rubí estilo felino de Muerte Rápida se estrecharon hasta el tamaño de una aguja. Jamás en sus sueños más salvajes podría haber imaginado que descubriría el asunto de alguien contratando asesinos para matar a Roy mientras escuchaba a escondidas su conversación.
—El Maestro Gray era demasiado temerario como para querer muerto al hijo del Conde. Dejaba que el enojo se apoderara de él, ¡y Muerte Rápida se aseguraría de que se arrepienta de haber apuntado hacia su amo!
—El contratista de Yama era un imbécil por tratar a dos asesinos de rango plata como desechables.
—¿Acaso no sabía que serías perseguido por el imperio si matabas a un noble?
—Excepto por el imperio, no había un buen lugar en todo el Lejano Oeste para los humanos.
—Las vidas de los dos asesinos de la organización serían destruidas en el momento en que asesinaran a Roy.
—La Señorita Rosa también era demasiado maliciosa.