Arlo soltó una carcajada de corazón.
—¿Por qué no iba a cumplir con las palabras de mi sobrino, el verdadero poseedor de la receta? —Inmediatamente después de estas palabras, el fuego en la mano de Arlo saltó y devoró la última hierba. Envuelta por un fuego rojo oscuro, se convirtió en cenizas. Exactamente lo que los Visores dijeron que sucedería. Flotando en el aire estaban las cenizas con puntos de un azul centelleante en ellas. Al verlos, los Visores fruncieron el ceño. Si solo ese chico hubiera hecho caso a su consejo, la hierba no se habría desperdiciado.
Fue en este momento cuando escuchó una frase que eliminaba la posibilidad de que le cayera mal a Roy.
—Mago Anciano, yo sabía que solo podía secretar fluidos si se asaba con un fuego de cuarto nivel, pero lo que necesitaba eran sus cenizas que se hubieran fusionado con los extractos mágicos. Utilicé ese nivel de llama para quemarla y así obtener el resultado que deseaba. —Con estas palabras, Roy ganó su reconocimiento.