—Roy, nada me importa más que mi familia. Vigilo la frontera norte todo el año y detengo al Ejército de la Noche Eterna de poner un pie dentro del imperio por ti y por todos en este condado. Pero ese bastardo pisoteó a esas mismas personas usando mi nombre. Quise deshacerme de él hace mucho tiempo. En lugar de culparte, debo agradecerte por darle un rudo despertar.
Los dedos de Arturo se cerraron en un puño, y el deseo de desollar vivo a Yiran ardía en sus ojos.
Roy sintió un escalofrío en la columna vertebral cuando echó un vistazo a los ojos de su hermano.
Los ojos de Arturo gritaban furia y asesinato.
—¿Por qué no lo hiciste? —preguntó Roy, con la mirada entrecerrada cayendo sobre Arturo.
—Por diversas razones, no pude —. Arturo suspiró.
—El general despiadado que erradica magos oscuros sin piedad y destruye hordas de no-muertos valientemente estaba encadenado para matar a un hombre que había ganado su ira. ¿Esperas que me crea eso? —Roy se burló.
—Padre me detuvo.