El anhelo de Dalila por Roy era evidente para cualquiera que pusiera sus ojos en ella, y estaba claro que ella tenía a Roy en la más alta estima.
Parecía una delicada flor anhelando su luz, absorbiendo cada poco de calor que él tenía para ofrecer.
A pesar de que en el fondo sabía que Roy era un hombre casado, Dalila se encontraba incapaz de resistir su encanto y atractivo. En este momento, el pensamiento sobre el estado civil de Roy apenas si se registraba en su mente. Para Dalila, era una mera formalidad, un detalle que no debería interponerse en su conexión. Lo que habían compartido hasta ahora iba más allá de los confines de las relaciones convencionales; tenían algo especial, algo que trascendía las normas y expectativas sociales. Empezaron siendo enemigos y terminaron siendo más que solo amigos. Su relación todavía no estaba definida ya que ninguno había intentado confesar su amor.