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Dalila podía sentir cómo su pulso se aceleraba cuando Roy la levantó súbitamente en brazos, al estilo nupcial. Temerosa de caer, se aferró a él mientras se dirigían hacia la salida.
A pesar de su falta de visión en la cueva, la emoción de ser llevada por su enamorado la consumía. Intentaba ocultar su entusiasmo, pero sus mejillas sonrojadas y su mirada amorosa la delataban. Dalila intentó abordar la situación —¿Es aceptable levantar a una mujer soltera cuando y como quieras?
Roy la miró, apreciando su belleza, desde su nariz que estaba roja como el vino hasta sus mejillas sonrosadas. Sus ojos bailaban divertidos, y él sabía que ella no podía verlo —¿No te gusta? —preguntó, sin retener su sonrisa.
Dalila dudó antes de responder —¿Debería?
Él sonrió —Si te sientes avergonzada, puedo llevarte como un saco de arroz.
Ella se lo imaginó y lo encontró más vergonzoso que ser llevada gentilmente por él —De repente pienso que esta posición es bastante cómoda.