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Roy avanzaba hacia adelante, sabiendo que había peligro adelante.
Sin embargo, no lo dejaba traslucir en su rostro.
Había solo una expresión en su cara. Era codicia, un pecado demasiado primitivo para la humanidad.
El deseo de obtener lo que estaba oculto por las formaciones rocosas de la caverna se reflejaba en su apuesto rostro, disminuyendo su encanto natural en 3 puntos.
Su acción tampoco lo delataba, ya que pasaba las estalagmitas con un sentido de urgencia pero sin ninguna vigilancia.
Parecía un tonto ingenuo que verdaderamente creía en encuentros fortuitos.
Los ojos de Dalila seguían su figura que se desvanecía con ansiedad. Sabía que él era como un pescador paciente, esperando a que el pez picara el anzuelo antes de capturarlo. Sin embargo, no podía evitar preocuparse. Después de todo, estaba poniéndose en el camino del peligro.