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—Esposito, está demasiado bueno —realmente le gustaba el sabor del maíz en la sopa y le susurró dulcemente a Roy después de agarrar su brazo—. Cada vez que los reviento con mis dientes, un jugo sabroso llena mi boca. Dame más.
—Estoy más que feliz de hacerlo —su relación era más profunda que la de extraños que de repente se convierten en esposo y esposa. Ella era su destinada y no se había acercado a él con malas intenciones. Además, era obediente hacia él. Como hombre, no podía pedir nada más que una esposa amable y cariñosa que no solo lo amara sino que también lo respetara. Él podía verlo en la forma en que ella se comportaba.
—¿Te gusta esto? —uno a uno, Roy le ayudó a probar todos los platos. Era como una niña que no podía evitar depender de su guardián. Cuando Roy se casó con ella, se convirtió en su hombre. Al mismo tiempo, se hizo responsable de ella. Era su deber guiarla y ayudarla cuando la situación lo requería.
