—El poder para detener algo de ser realizado solo con tu voluntad. No puedes obtenerlo fusionándote con cualquier fragmento de alma. Es un poder divino. Tú... ¡Debes ser un Pastor de Almas de rango divino!
Voss se dio cuenta con quién se había estado metiendo y sintió miedo, maldiciendo su suerte. Nunca en sus sueños más salvajes podría haber pensado que perseguir a Roy, la Sirena Femenina y el espíritu que lo había traicionado lo llevarían a tener un encuentro con un Pastor de Almas Divino.
Si hubiera sabido esto, jamás se habría molestado en perseguirlos o en dejar la Tierra Cenicienta.
Pero la leche derramada no se podía recuperar, y llorar por esto no iba a ayudarlo.
—Es mi mala suerte que escapé de la Tierra Cenicienta, solo para caer en una trampa —chasqueó la lengua Voss antes de oír la voz de Arlo.
—No... —los labios de Arlo se apretaron uno contra el otro, y sus bordes se levantaron mientras sonreía con desprecio hacia Voss, su oponente—. No lo soy.