Cientos de murciélagos salieron de ella, dirigiéndose hacia él.
No dejó de avanzar y solo juntó sus manos, aplaudiendo una vez.
—¡Aplauso!
Ese sonido marcó el final de los murciélagos que se acercaban a él.
Roy aplaudió, y la intensa intención de matar en el aire se cerró sobre ellos desde todos los ángulos.
Cientos de hilos rojos, no del destino sino de la Muerte, se movieron de izquierda a derecha y de derecha a izquierda, pasando por todo lo que estaba en medio, dibujando líneas rojas sobre ellos.
—¿Cómo lo consiguió? Es mi esposo. Es bueno ver que es tan asombroso. ¿Pero no es eso demasiado? —Los ojos de La Sirena Femenina se abrieron sorprendidos. Los murciélagos que volaban hacia Roy se trituraron mágicamente en pedazos.