Roy soltó una risa, sin sentirse amenazado en lo más mínimo por su mirada.
—Con solo elevar la vista, cancelé los esfuerzos de todos vosotros tres y maté a vuestros subordinados. ¿No lo ves? No sois rivales para mí. No somos vuestra presa. Es al revés. Vosotros sois los que están siendo cazados aquí.
Roy avanzó hacia él sin miedo, burlándose aún más, con la esperanza de enfurecerlo. Cuando una persona está enfadada, comete muchos errores. La misma regla se aplica a las anomalías.
—Ya veremos —dijo, sintiéndose enfurecido pero no al punto de saltar hacia Roy y exponerse.
Se reincorporó de un salto, observando en silencio a Roy acercarse. Entonces, de repente, gritó hacia las paredes, o mejor dicho, hacia lo que había detrás de ellas.
—¡Rodeenlo!
Innumerables ráfagas de rojo manaron del techo, las paredes y el suelo, transformándose en Caminantes de la Niebla Roja, Magos y Guerreros.
En menos de tres segundos, Roy y sus compañeros quedaron rodeados por más o menos 40 anomalías.