La caballero, que estaba vestida con una pesada armadura negra y sostenía un yelmo en su mano, se llamaba Sandra, y no los reconocía a ninguno de ellos.
Para ella, todos eran extraños.
Además, nunca había escuchado a su amo hablar de tener parientes, lo que la llevó a creer que era como ella, huérfana y sin nadie más en quien confiar hasta que él la acogió.
Entonces estaba segura de que él tampoco tenía nada que ver con ellos y los observaba en alerta.
Julián era un pariente lejano de Damien.
Había estado en su casa algunas veces, pero nunca se había encontrado con Julián, ya que este se encerraba en su habitación cada vez que él los visitaba. O le desagradaba tanto que no quería ver su rostro, o quizás se creía tan inferior al otro que pensó que sería aplastado hasta la muerte solo por estar en su presencia.