Numerosas piezas de carne quemada caían del aire y golpeteaban el suelo en algún lugar de la Tierra Helada mientras Roy se apresuraba hacia esa área. Le seguían de cerca sus criadas, amigos y familia.
Estaba a más de 100 metros del lugar donde lo había matado. Le tomó un par de segundos llegar.
Sin sorpresa, Arlo ya estaba allí, apoyado contra un árbol con una expresión divertida en su rostro.
—Esa pelea habría terminado en un instante si hubieras intervenido. ¿Por qué no lo hiciste? —Roy se detuvo y le preguntó.
—Porque traerte aquí entonces no tendría sentido. Te traje aquí para ayudarte a ganar experiencia práctica. Depende de ti derrotar a todos los monstruos que nos encontremos en la Tierra Helada y las Tierras Cálidas. Cómo los manejes también depende totalmente de ti. Y no te preocupes por encontrarte con enemigos que sean imposibles para ti manejar. Los Monstruos de Aura no cazan en estas tierras. —Arlo dejó claras sus intenciones a Roy.