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Había una sucursal de la asociación de comerciantes en el Condado. Era un edificio circular de un blanco prístino, bastante llamativo pero bastante antiguo. Se construyó hace muchos años, pero se mantuvo adecuadamente con el tiempo, y así conservó su forma original. No necesitaba renovaciones porque era único tal como estaba.
En su interior se podían encontrar muchas taquillas. Delante de una de ellas estaba Delilah.
La idea de guardar todo lo precioso en su anillo interespacial nunca le había gustado.
¿No sería todo robado por la persona que los matara?
Por eso le gustaba depositar sus cosas en lugares seguros como este, con testamentos que indicaban a quién deberían entregarse si un día ella moría repentinamente.
—¡Clic! Este era el sonido de la taquilla privada de un cliente valorado al abrirse.
Sacó de ella un maletín negro que estaba bastante pesado ya que estaba lleno de oro, pero como era una mujer fuerte, no le costaba sostenerlo y caminar con él.