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Al escuchar sus palabras, la multitud rió y se burló de Donovan.
Esto fue como añadir la ofensa al agravio para Donovan.
—¡Fuego! —Donovan se encendió de nuevo por obra de Roy Badulf Baldwin. Esta vez, era como si lo estuvieran desollando. Su piel y rostro se pusieron rojos como un tomate maduro y su cuerpo temblaba como el de una bailarina del vientre.
Antes de que Donovan pudiera pensar en una respuesta, Alfonso intervino:
—¡Basta! Les pido a ambos que dejen de discutir. Aquellos que no cumplan serán invitados a abandonar el lugar. Y se les prohibirá la entrada a la casa de subastas en el futuro.
Donovan no mordió ni volvió a hacer una oferta. Roy ganó a las gemelas por más del doble de su precio inicial.
La jaula fue colocada en una habitación diferente. Las gemelas fueron llevadas para ser limpiadas y refrescadas. Roy podría llevárselas después de la subasta.
En el cuarto de cambio...
—¿Esto es bueno para nosotros o malo? —preguntó Maya.