La Sala del Trono era la zona más difícil de alcanzar del Gran Santuario. Era enorme. Arañas de oro colgaban del techo. Un cuadro de Crono, el Dios del Tiempo, estaba dibujado en él como si significara algo —increíble.
Una alfombra roja se extendía desde la entrada hasta una escalera que conducía a un trono.
Estaba hecho de algún tipo de metal oscuro y era la única decoración de este lugar que no estaba hecha de oro.
Alrededor de él estaban paradas dos Gárgolas.
Y... sobre él se sentaba un caballero vestido majestuosamente cuyo rostro estaba cubierto por un yelmo, una pluma roja saliendo de él; su espada estaba clavada en un punto en el suelo que estaba a solo tres pasos de distancia de él.
Tres jóvenes aparecieron en esta sala del trono, y el hombre instantáneamente abrió los ojos de golpe, mirándolos fijamente.
Roy también lo escrutaba.