Imitando los movimientos de Argexes, Kieran miró al cielo, precisamente hacia la figura que descendía meteóricamente hacia el suelo.
El aire se onduló y dio paso al individuo dirigido hacia la tierra. Las explosiones sónicas tardías estallaron mucho después de que la figura causara un alboroto en la atmósfera.
Luego, como una fuerza imparable de la naturaleza, el individuo se estrelló contra el suelo, dispersando el miasma en una extensión moderada y creando un camino visible que conducía al cielo desde donde habían venido.
Kieran no tenía idea de la identidad de esta persona, pero lo que sí percibía era... Guerra. Los tenets ancestrales se derramaban del cuerpo de este individuo como torrentes de agua enfurecida.
Curioso, Kieran prestó más atención, intentando averiguar la identidad del individuo, que definitivamente era un hombre tras una inspección más cercana. Su barba recortada, que no hacía nada por ocultar la antipatía primordial en su mirada y porte, lo revelaba tanto.