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Sin activar Manía de Sangre, Kieran primero creó algo de espacio entre él y la pared antes de lanzarse hacia adelante. Cuando estuvo a un metro de la pared, Kieran balanceó su espada y desencadenó un poderoso ataque, produciendo varias grietas profundas en el proceso.
Las grietas profundas estallaron hacia el cielo, convirtiéndose pronto en trozos de grandes rocas que permanecieron en su lugar, pero que se desmoronarían con el más ligero roce de un dedo.
Al presenciar la aterradora demostración de inmenso poder de golpe, los miembros del Consorcio Mano de Dios se quedaron con la boca abierta, mirando a Kieran con total desconcierto.
—¡Ese ataque fue tan malditamente aterrador! Si esto fuera el mundo real... tal golpe sería suficiente para colapsar una mina. Me pregunto... ¿deberíamos preocuparnos por tal cosa aquí también? —Pixus se preguntó a sí mismo, rascándose la mejilla tontamente.