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Después de mantener su pene más rígido dentro de ella durante diez segundos después de vaciar completamente su carga, finalmente lo sacó.
—Tres rondas son suficientes. Si quieres más, entonces puedes solicitar unirte a mí —susurró Arkhen en sus oídos antes de poner a Ruchina en el suelo, su cuerpo temblando de extremo placer mientras el ardiente semen blanco de Arkhen goteaba de su vagina junto con su jugo de amor. Ella no sabía cuántas veces había llegado al clímax en los últimos treinta minutos.
Arkhen se puso los pantalones y caminó hacia Sierra con una leve sonrisa. —Tu tía fue herida hace unos días, y este proceso era necesario para remover la energía maldita de ella. No pienses demasiado.
Sierra abrió la boca para hablar pero no sabía qué decir.
—Cierra esa boca o meteré mi pene en ella, jajaja —dijo Arkhen al pasar por su lado, haciendo que Sierra cerrara la boca rápidamente.