—Está bien, eso es suficiente —declaró, su voz un rico barítono. Sus palabras contrastaban marcadamente con la evidencia física de su excitación. Su longitud endurecida aún se contraía en respuesta al toque persistente de Julia, incluso mientras él pedía detenerse.
A medida que su mirada divagaba sobre el resto de sus compañeras femeninas, finalmente se posó en Lara. Sintió un pinchazo de culpa por haberla pasado por alto. —Lara, ven aquí —llamó. Su voz era gentil pero firme, inclusiva pero mandataria. Lara sentía su corazón palpitar fuertemente en su pecho, sus mejillas ardiendo más con cada segundo que pasaba.
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Con un valiente brote de determinación, atendió su llamado. Avanzando a gatas hasta estar a su alcance, miró hacia arriba para encontrar la mirada de Aditya, llena de pasión ardiente pero espolvoreada con ternura. Su dedo inclinó suavemente su barbilla hacia arriba, guiándola para encontrarse con su mirada.