Una vez que todos hubieron disfrutado del opulento desayuno, era hora de comenzar sus respectivos días. Aditya, con una ligera palmada en la cabeza de Leo y Clara, señaló su partida. Spencer también se levantó de su silla, alisando su ropa mientras se preparaba para irse. Ambos tenían responsabilidades que los esperaban. Gobernar un imperio era un trabajo que demandaba toda su atención y tiempo.
Mientras tanto, Leo y Clara, con la inocencia de la juventud aún centelleando en sus ojos, empacaron sus mochilas escolares. A pesar de su estatus real, asistían a la escuela como cualquier otro niño de su edad, deseosos de aprender y explorar el mundo a su alrededor. Se despidieron y se dirigieron a la escuela, un día de aprendizaje y aventuras esperándolos.