La mente de Gabriel corría mientras evaluaba las opciones ante él. Por un lado, podía aceptar la oferta del Emperador y salvar la vida de Ezequiel, otorgándole una vida más larga.
Por otro lado, podría elegir la libertad y llevarse a Ezequiel, pero significaría su muerte inevitable.
El pensamiento de perder a Ezequiel era insoportable para Gabriel. Fue por Ezequiel que logró salir del Abismo. Fue por Ezequiel que creció tanto.
Ezequiel era su amigo, su maestro y su familia. Y ver a Ezequiel en las puertas de la muerte era demasiado.
Lamentablemente, tampoco podía ignorar el hecho de que aceptar la oferta del Emperador venía con ciertos riesgos propios.
Gabriel miró hacia atrás a Ezequiel, aún inconsciente pero recuperando lentamente color en sus mejillas. Era un milagro, un testimonio del poder del cristal y las palabras del Emperador. ¿Pero podría confiar en el Emperador? ¿Podría confiar en que esta oferta no era solo una fachada y un truco?