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Avanzó y recogió un pedazo de los escombros, dándole vuelta para encontrar el antiguo lenguaje allí escrito. Tampoco podía entender el idioma, pero tenía la sensación de que algo grande estaba ocurriendo, especialmente con la desaparición de los Jóvenes Dioses.
Frunciendo el ceño, miró en ciertas direcciones y continuó su camino.
A medida que Caen exploraba más la Tierra Desolada, comenzó a notar ocurrencias peculiares. La tierra parecía reaccionar a su presencia, como si respondiera a la energía divina que impregnaba su ser.
Tropezó con antiguas inscripciones y símbolos grabados en el mismo tejido del mundo, aparentemente dejados por una civilización olvidada que una vez prosperó en este reino desolado.
Guiado por su curiosidad, Caen siguió las pistas dejadas por esta antigua civilización, curioso de su historia.