—Ya he dicho que no doy tutoriales a nadie, no soy un PNJ —dijo Cephal, sin apartar la mirada.
Kaizen sonrió ligeramente, cruzando los brazos sobre su pecho. Sabía que Cephal lo reconocería tarde o temprano.
—Hace tiempo que no nos vemos, Cephal —dijo Kaizen, su voz resonando suavemente a través del espacio vacío de la arena.
Cephal se detuvo en pleno movimiento, sus músculos tensos bajo el sol. Lentamente, se giró para enfrentar a Kaizen, sus ojos grises se estrecharon al reconocerlo. Por un momento, una chispa de sorpresa cruzó su rostro antes de recomponerse en una máscara de indiferencia.
Cephal era el epítome de un salvaje. Era grande, alto, musculoso y tenía la piel color chocolate llena de tatuajes.
—No te conozco —finalmente dijo, las palabras salieron como un suspiro contenido—. De todos modos, ¿qué haces aquí?