El aire helado del tercer círculo del Infierno envolvía a todos como un sombrío manto, sus ojos fijos en las tres cabezas de Cerbero.
La lanza de sangre brillaba intensamente en las manos de Kaizen, emitiendo una energía palpable y vibrante.
El monstruo, ahora con su atención dividida entre Alina, Og'tharoz, Andrew y Kaizen, mostraba signos de furia y desesperación crecientes. Las cadenas que lo ataban estaban tensas, cada eslabón tintineando bajo la presión del gigante bestial.
Kaizen tomó una profunda respiración, sintiendo el frío del aire llenar sus pulmones. Su cuerpo, sin embargo, estaba caliente con adrenalina y determinación. Sus músculos se preparaban para el movimiento de lanzamiento, su corazón latiendo al ritmo de la batalla inminente. Sabía que la precisión era crucial, que el más mínimo error podría significar la derrota. A su lado, Lily Sangrienta observaba con ojos penetrantes, lista para actuar si fuera necesario.