Kaizen miró fijamente el horizonte, donde los ojos rojos de Cerbero brillaban como carbones incandescentes.
La nieve danzaba alrededor, soplada por el viento feroz que parecía querer susurrar antiguos y aterradores secretos. Inhaló profundamente, sintiendo el aire gélido quemar en sus pulmones, y se volteó hacia el grupo.
—Debemos seguir adelante de todos modos —dijo, su voz firme pero con un tono de urgencia—. No hay otra manera de llegar al siguiente círculo.
Og'tharoz asintió lentamente, su mirada oscura fija en la criatura distante. —Cerbero es una fuerza formidable, una criatura que ni siquiera los demonios pueden dominar, pero creo que podemos derrotarlo.
Lily Sangrienta miró alrededor, evaluando el terreno y la situación. —Necesitamos un plan —dijo—. Algo que nos permita superar su fuerza y ferocidad.
—Estoy de acuerdo —respondió Kaizen—. No podemos permitirnos ser descuidados. Pensemos en algo mientras caminamos.