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Con Nesferati derrotado, Kaizen sintió una oleada de alivio.
El inmenso ser de las profundidades retrocedió, sus tentáculos agitándose suavemente mientras desaparecía en la oscuridad acuosa.
La batalla había sido ardua, pero Kaizen sabía que esto solo era parte de su viaje. Aún tenía que alcanzar el fondo del lago.
La presión a su alrededor se alivió significativamente, y Kaizen finalmente pudo nadar hacia el fondo sin obstáculos.
El agua, una vez turbulenta y caótica, ahora estaba calmada, inmóvil. Utilizó su psicocinesis para impulsarse más rápido, cortando el agua como una flecha.
Al acercarse al fondo, se reveló una vista impresionante. Columnas de hielo se elevaban desde el lecho del lago, extendiéndose en todas direcciones como un bosque cristalino. La luz refractada creaba un espectáculo hipnótico de destellos y reflejos, iluminando el entorno con una luz azulada etérea.
Kaizen nadó entre las columnas, maravillándose de la belleza que lo rodeaba.