Kaizen se puso de pie, sintiendo el peso de la batalla inminente presionando sobre sus hombros. Tomó una respiración profunda, tratando de mantener la calma mientras la energía a su alrededor comenzaba a pulsar amenazadoramente.
La vastedad del lago oscuro parecía cobrar vida, las aguas agitándose como si respondieran a la voluntad del propio Nesferati. Cada movimiento de sus tentáculos causaba ondas de energía que viajaban a través de la superficie, creando una escena de caos y poder.
Kaizen sabía que necesitaba concentrarse, usar cada gota de su fuerza y habilidad para enfrentar el desafío que tenía por delante.
—¿Estás listo? —la voz de Nesferati sonó como un trueno en la mente de Kaizen, reverberando a través de sus propias inseguridades.
Kaizen asintió, afirmándose en su postura. —Estoy listo.