La rutina de Klaus se había vuelto mucho más fácil desde que consiguió su propia sala de inmersión profunda.
Ahora ya no tenía que hacer el largo viaje desde el pueblo del campus hasta su dormitorio, o viceversa.
En el lado negativo, su vida era un poco más difícil, ya que tenía que hacer malabares entre clases normales, clases obligatorias, actividades del departamento y secciones de inmersión profunda. A pesar de esto, era una vida que disfrutaba mucho más que cuando saltaba de un trabajo temporal a otro.
Así que por la mañana, justo después de salir de la sala de inmersión profunda, Klaus fue al dormitorio. Al acercarse a la puerta, escuchó a alguien detrás de él decir:
—¡Buenos días!
Klaus miró hacia atrás y vio a un chico con cabello negro y ojos verdes. —Oh, eres tú, Andrew. ¿Estabas en la sala de cápsulas?