Mientras los elfos oscuros comenzaban a beber en la taberna del pueblo, Talfor trabajaba arduamente para ordenar los establos, donde los Shaccares, grandes y feroces gatos negros, esperaban impacientes. Los viejos establos estaban oxidados, con techos dañados y paredes desgastadas por el tiempo, pero eran lo mejor que el pueblo tenía para ofrecer.
Valthorn y los otros soldados arrojaban bolas y artilugios al suelo, riendo ruidosamente e intercambiando palabras duras en su forma gutural de hablar.
Dentro de la taberna, la tensión flotaba en el aire. Los enanos que estaban allí bebiendo y charlando en mesas de madera rústicamente talladas miraban nerviosamente a los elfos oscuros que ocupaban la mayoría de las mesas, evitando completamente sus miradas. El tabernero servía cerveza y comida con manos temblorosas, temiendo la reacción de los recién llegados.