Kaizen observaba la estatua de Maelora con silencioso respeto. La grandiosidad de la Antigua esculpida en piedra parecía emanar una presencia majestuosa, como si estuviera al acecho de intrusos que se aventuraban en los corredores prohibidos.
Alina y Jayaa, ocultándose detrás de los hombros de Kaizen, miraban con sorpresa esta estatua, que en efecto parecía emanar grandiosidad.
Además, el entorno era más solemne y tranquilo de lo que había sido, con sólo el murmullo sutil del viento resonando en los corredores. Era como si la Ciudadela de los Magos estuviera vacía, o simplemente observando cómo se desarrollaban los acontecimientos.
Kaizen sentía una presión creciente en sus hombros, el peso de la responsabilidad aumentaba con cada paso.
—Este es el lugar —susurró Alina—. El corredor oculto hacia la biblioteca debería estar justo detrás de ella, como indica el mapa. Señaló la estatua con su barbilla.