Después de su reunión con Andrew, Klaus caminó por las calles de Nueva York, observando las transformaciones que habían tenido lugar en la ciudad desde que era un niño. Hace unos meses, había estado tan apurado en su búsqueda diaria de dinero que ni siquiera se había detenido a notarlo.
Las primeras diferencias que Klaus notó estaban en las calles. Estaban más limpias que nunca, gracias a los avances en la tecnología de limpieza urbana. Unas cuantas veces a la semana, robots autónomos recogían la basura y drones volaban en el aire, monitoreando la situación y alertando a los equipos de limpieza sobre cualquier problema. El aire también estaba más limpio, gracias a la proliferación de vehículos eléctricos y la masiva inversión en energía limpia, que convertía incluso a países del tercer mundo en grandes potencias.