Concentrado profundamente, Klaus tomó una respiración profunda mientras sostenía su arco en alto, sus manos firmes y listas para disparar al jabalí. Sin embargo, algo dentro de él vaciló. El jabalí era lo suficientemente real como para desencadenar sus más básicos instintos de caza, pero esa barra de vida parpadeante en la criatura le hizo reconsiderar sus acciones.
—500 puntos de vida... —murmuró Klaus para sí mismo, evaluando las opciones mientras el jabalí seguía moviéndose por el bosque, todavía corriendo, pero a una velocidad mucho más lenta que antes.
—No se trata solo de dar en el blanco, se trata de maximizar los puntos y minimizar los riesgos, eso es lo que hace a alguien ganador —dijo Klaus.